Si algo no se le puede negar a los investigadores de la UCO, y más en concreto a los del departamento de Química Orgánica y Microbiología, es su afán para desarrollar líneas de I+D+i en busca de biocarburantes más limpios y rentables, sea biodiésel o bioetanol. Precisamente, todo ese trabajo, que en algunos casos se remonta a 2007, les ha permitido ir depurando una investigación con catalizadores y enzimas que, según un comunicado de la propia universidad, “ha posibilitado el desarrollo de un nuevo tipo de biodiésel a partir de aceite vegetal o grasa animal por un lado y etanol o metanol por otro”.
El comunicado se centra especialmente en la investigación con biodiésel y en su fabricación más eficiente y sostenible, mientras se elimina la generación de un residuo característico en su producción, la glicerina. Aparte del coste de su eliminación y tratamiento adecuado, desde la UCO advierten de que “la permanencia de la glicerina, incluso en cantidades de traza, puede dar lugar a problemas y daños en los motores de combustión”.
Todavía quedan diez años
Los investigadores proponen la producción de un nuevo biodiésel que no genera glicerina. Tras localizar e investigar con enzimas, principalmente lipasas (pancreáticas de cerdo y microbianas comerciales de almazaras y de fabricación del pan), que pudieran mejorar el proceso, Carlos Luna, del departamento de Química Orgánica de la UCO, concluye que, “en vez de una catálisis enzimática, buscamos ahora un control cinético mediante una catálisis básica o ácida”. Para ello aplican condiciones más suaves en la reacción y afirman haber logrado resultados prometedores que ha publicado la revista científica Energies.
El fin último en todo este proceso es lograr que la producción de biodiésel sea viable en plantas experimentales pequeñas o que desde la empresa de base tecnológica Séneca Green Catalyst se pueda asesorar en la producción a pequeñas empresas productoras. Desde la UCO aseguran que “los científicos necesitan desarrollar la tecnología de obtención de sus propias lipasas a partir de cultivos de microorganismos o desarrollar más profundamente la catálisis mediante control cinético”. Carlos Luna advierte de que para lograr este objetivo “nos marcamos un plazo de unos diez años”.