Cristina Velázquez, responsable de Medio Ambiente de Inservida, afirma que “un biodigestor permite cubrir las necesidades de una familia compuesta por cinco miembros, se puede cocinar sin riesgo de contraer enfermedades respiratorias y oculares como consecuencia de los humos, y sin tener que salir diariamente a la montaña a recolectar leña. Así, las mujeres, que son normalmente las encargadas de estas labores, pueden dedicar este tiempo a su capacitación y formación, participación en la vida comunitaria, etc.”.
Biodigestores modulares con tecnología autóctona
La tecnología de los biodigestores es de fácil implantación y mantenimiento y Cristina Velázquez entiende que “puede ser fácilmente replicable por otras comunidades dado su bajo costo, y supone un ahorro para las familias, que no tienen contrapartida económica por el consumo energético”. Otra de las ventajas es que sólo requiere materiales locales para su construcción, por lo que se consideran una “tecnología apropiada”.
En Intervida explican que un digestor de desechos orgánicos o biodigestor es un contenedor cerrado, hermético e impermeable, dentro del cual se deposita el material orgánico a fermentar en una determinada dilución de agua, para que se descomponga. Durante el proceso se produce biogás y, como producto secundario, fertilizantes orgánicos ricos en nitrógeno, fósforo y potasio, que mejoran considerablemente el rendimiento de las cosechas.
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