La seguridad de suministro es una batalla pendiente de las renovables. Aunque se irá mejorando con el aumento de las interconexiones entre países en potencia y extensión. Con alta potencia de interconexión, el efecto en la solar es equivalente a parar el sol en el huso horario cubierto por las redes eléctricas establecidas en esa geografía. El caso límite sería establecer corredores de líneas eléctricas que circunvalasen el planeta de este a oeste por el ecuador o por los trópicos. Ya que si alimentásemos convenientemente con parques fotovoltaicos estas líneas y sacásemos ramales de estas para alimentar a las demandas, la Tierra se convertiría en un planeta permanentemente electrificado.
La eólica es aleatoria, por lo que se necesitan estudios estadísticos para ver como aumenta la garantía de suministro al interconectar territorios geográficamente distantes. En este sentido, Europa podrá llegar a configurar una sólida y segura red eléctrica interconectándose de norte a sur y de este a oeste. Desgraciadamente parece que esta visión no tenía suficiente prioridad en las mentes de los políticos que firmaron el gran Acuerdo de París. Como tampoco el que países como Rusia y los lobbies energéticos iban a reaccionar en su contra sabiendo que esto iba a suponer la progresiva merma de sus principales ingresos. En la batalla presentada están consiguiendo que se produzca lo peor para el buen desarrollo de las renovables: inflación e inminente subida de tipos de interés.
Sí, con altos tipos de interés las renovables compiten mal con las fósiles; ya que aquellas hacen todo el desembolso al principio, mientras que las segundas hacen parte al inicio y el resto en forma de combustible, conforme van cobrando por su producción. Por ello, si los tipos de interés suben, las renovables pierden competitividad y si la subida es elevada su desarrollo se ralentizará.
La propuesta ibérica permite evitar que la manipulación de Putin al gas se propague al precio de la electricidad y, en cascada, lo haga al resto de la economía, provocando inflación. El Consejo Europeo la aprobó como la “excepción ibérica”.
Allí se ganó una primera batalla a los lobbies. Pero... con la comisaria de la Competencia se perdió la segunda.
Si se había aceptado que la Península Ibérica era una isla a efectos de mercado eléctrico, ¿cómo se acepta que la interconexión con Francia sirva para comerciar con reglas de mercado diferentes? Permitiendo que un mercado subvenciona al otro. La incongruencia a la que ha llegado este asunto nos da esperanza de que termine revirtiéndose. Pues, aunque el mercado marginalista tiene la gran virtud de beneficiar al consumidor introduciendo una dinámica de reducción de precios, esto se produce a la larga y en mercados sin restricciones. Además, en la producción eléctrica este proceso es lento por naturaleza.
Por esto, con el actual mix eléctrico de la UE, al subir abruptamente el precio del gas y aplicar el sistema marginalista puro, se duplica dicha subida en la electricidad. Esto mantenido en el tiempo acarrea inflación y necesidad de subida de tipos de interés. Una subida tal taponaría la mejor vía para salir de esta situación, que no es otra que acelerar el desarrollo de las renovables.
Lo aceptado para el MIBEL viene a ser un sistema marginalista atenuado; el cual, aunque modula el beneficio de las inversiones mantiene el estímulo a la reducción de costes eléctricos. Además, en países con alto componente de renovables en su mix, la subida del precio del gas con fines bélicos quedará casi anulada para la electricidad, lo que será un gran aliciente para electrificar.
A la tercera va la vencida para convencer a la UE de la bondad y racionalidad del algoritmo propuesto. Siempre, claro está, que se use de manera generalizada y no como una excepción.
Si finalmente los lobbies de los hidrocarburos terminaran ganando de manera irracional, habrá que decirle con mucho pesar a la UE: ¿Interconexiones? Para eso no, gracias.