Estimado Presidente:
Le escribo por varias razones:
La primera, porque creo en su voluntad de resolver el problema del agua en Andalucía.
La segunda, por mi involucración en este tema.
Ya en la sequía de los 80, desde el germen de la AGI (Asociación de Grandes Industrias del Campo de Gibraltar) participé en acuerdos con los ayuntamientos para que establecieran restricciones horarias, mientras las industrias hacíamos: ahorros, inyecciones en la red desde pozos, traer agua con barcos como hizo Cepsa.
En la de los años 90, desde Sevillana de Electricidad participé impulsando desaladoras en la costa, aunque solo cuajó la de Marbella.
Y la tercera, porque quiero hablarle de la propuesta que hice dentro del Programa de Doctorado Interuniversitario en ‘Sistemas de Energía Eléctrica’ en la ETSII de Sevilla mediante la presentación titulada ‘La desalación con bombeo y gestión de la demanda: una oportunidad para Andalucía’.
En esta se propone realizar inversiones en desalación, bombeo y fotovoltaica para aprovechar tanto las sinergias operacionales de estas tecnologías, como los altibajos del mercado eléctrico con renovables. He estimado un presupuesto para dicho plan de 9.000 millones de euros. Como puede comprender, una acción de este tipo solo puede incumbir a la Junta de Andalucía.
La llegada de las lluvias proporciona el necesario sosiego para tratar de convertir el problema en una oportunidad, pues a Andalucía le ha llegado su momento con las renovables: La economía se basa en la energía y el futuro de ésta es la electricidad, que con renovables se produce de manera abundante y barata en nuestra tierra.
Además, gracias a ella, agua y sol son equivalentes.
¡Nos falta agua, pues aprovechemos el sol!
Pero esto no realizado al tuntún, sino con un plan secuencial a diez años que aproveche: la solvencia del Estado para obtener financiación barata, el efecto escala, las sinergias existentes entre las tecnologías implicadas, el bombeo para maximizar la utilización de la inversión realizada y obtener rentas por ventas de electricidad.
En Andalucía tenemos la suerte de que, hidrográficamente, la cuenca del Guadalquivir es como una gran bañera inclinada de este a oeste, para verter finalmente en el Atlántico. Sus flancos estarían formados por Sierra Morena al norte y la cordillera Penibética al sur, la cual, por el otro costado, vierte al Mediterráneo. Esta orografía y la proximidad al litoral son condiciones idóneas para instalar desaladoras con bombeo.
En la zona próxima a la costa, el agua obtiene un alto valor añadido gracias al turismo, la industria y una agricultura de calidad. En estas zonas se absorberían sin problemas los bajos costes de la desalación propuesta. Por otra parte, desde allí es posible llevar agua desalada a la cuenca del Guadalquivir, bien directamente o mediante trasvases con bombeos.
Estando bien diseñada y operada, esta inversión tendría bajo impacto sobre el precio actual del agua y sería un seguro de suministro cercano al 20% de la demanda actual.
Esto último es de vital importancia, pues en una sociedad avanzada como la nuestra, no puede estar al albur de un clima progresivamente cambiante. Pues, así como a los bancos se les exige un porcentaje de capital propio, con más razón el suministro de agua debe de tenerlo de suministro seguro y agua no va a faltar en el mar. Por eso, de acuerdo con los expertos, considero que el sistema debe tener una capacidad de un km3/año de agua desalada.
El estudio que he realizado es muy preliminar, por lo que le invito a que con los medios que cuenta, inicie el camino con un estudio en profundidad, para hacer realidad una propuesta tan ambiciosa y necesaria como la presentada.
Egipto ya ha programado una primera fase con capacidad similar.
Con todo respeto.
Saludos.
