Se entiende por eficiencia energética la reducción del consumo de energía sin disminuir las prestaciones. Lo asociamos inmediatamente con el cambio de nuestra vieja bombilla incandescente de 100W por una de bajo consumo que con 20 nos puede proporcionar la misma iluminación, con lo cual ahorramos dinero y energía pero mantenemos las prestaciones, en este caso la luz.
Una de las cosas que mas llaman la atención cuando te paras a pensar en eficiencia (para lo que muchas veces solo se necesita aplicar el sentido común) es que, en este país, los ascensores mantienen las luces de la cabina encendidas permanentemente, se usen o no. Atendiendo a la definición de eficiencia, la prestación en este caso sería disponer de alumbrado para no tener que subir a oscuras, pero ¿realmente aporta algo que las luces permanezcan encendidas cuando no se utiliza?
La mayor parte de los ascensores utilizan fluorescentes y las lamparas permanecen encendidas durante 24 h y 365 días al año por lo que el consumo puede llegar a 600 kWh/año por ascensor. Teniendo en cuenta que el uso promedio de un ascensor no alcanza las 6 horas al día, apagar la luz cuando no se usa supondría reducir el consumo en, al menos, un 75%. No digamos en segundas residencias de playa o montaña que tienen una utilización mínima, o en edificios de oficinas que permanecen cerrados los fines de semana, etc.
Las tecnologías están disponibles desde hace años pues un sencillo detector de presencia como el que se utiliza habitualmente en baños o pasillos de los locales públicos resolvería el problema y si, además, sustituimos los fluorescentes por lámparas tipo LED que apenas consumen el resultado sería optimo.
Según estimaciones de la FEEDA (Federación Española de Asociaciones de Empresas de Ascensores) el parque de ascensores en España ronda el millón de aparatos por lo que con esta medida se podría conseguir un ahorro superior a cuatrocientos millones de kWh cada año. Equivale al consumo medio en electricidad de mas de 100.000 hogares españoles y evitaría la emisión de 120.000 toneladas de CO2.
El mismo Ministerio de Industria, que ha hecho campañas regalando lamparas de bajo consumo una y otra vez, y del cual depende la normativa de ascensores tiene a su alcance la posibilidad de resolver esta ineficiencia estableciendo la obligatoriedad de instalar mecanismos automáticos de desconexión que eviten el derroche energético en los ascensores nuevos y estimulando la modificación en los antiguos.
Pero también tenemos responsabilidad los ciudadanos. Aunque a veces la costumbre nos impide percibir cosas que son evidentes, el caso de los ascensores puede que sufra la "tragedia de los comunes" que, como paga la comunidad, parece que no es cosa nuestra y nadie se ocupa. Sin embargo, a la vista de los números, más valdrá que algún vecino haga notar la conveniencia de ocuparse de esto en la próxima reunión de Comunidad.
Esta es una de las ventajas de que todos pensemos un poco mas en lo común.