Sin embargo, el balance del año es positivo: ya se aprecia el cambio de tendencia. Este año ha consolidado el trabajo realizado por el sector, con la activa participación de Asealen, en grupos de trabajos de Red Eléctrica de España, de la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia. Se han realizado propuestas concretas en consultas públicas de regulación ministerial y ayudas del Plan Nacional de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), encauzadas a través de las energía renovables, hidrógeno y almacenamiento. También se ha producido la formalización del apoyo al almacenamiento con fondos del PRTR, que se concreta en las siguientes magnitudes:
1) más de 300 MWh de almacenamiento “detrás del contador”; 2) más de 300 MWh/150 MW en resolución definitiva para Canarias y Baleares, con entrada en operación esperada a principios de 2026; 3) más de 1.600 MWh/800 MW en resolución provisional para almacenamiento hibridado con entrada esperada a mediados de 2026; 4) estimación de 1.200 MWh/300 MW en sistemas stand alone de 4 horas en evaluación con entrada también a mediados de 2026; 5) estimación de 4 GWh/500 MW de nuevos bombeos con más de 8 horas también en evaluación y con entrada prevista en 2030; 6) otras líneas que incorporarán almacenamiento en producción eléctrica renovable en industrias, baterías en sistemas de recarga de alta potencia de vehículos eléctricos y almacenamiento térmico para uso térmico que servirán como catalizador de la flexibilidad de la demanda a la que den servicio.
Es decir, un total aproximado de 1,3 GW / 3 GWh de baterías en servicio en 2026 y 500 MW de bombeo en 2030. Ahora, el reto pasa por tramitar y construir estos proyectos en plazo. El año 2026 está a la vuelta de la esquina y hay que recuperar el excesivo plazo para resolver las convocatorias de los PERTE, lo que deja casi el mismo plazo para desarrollo y construcción que para completar el proceso administrativo. Hay un riesgo cierto de que proyectos con ayudas concedidas no se terminen ejecutando. Nos enfrentamos al momento de la verdad, al momento de transitar por los primeros trámites ambientales, expedientes en consejerías de urbanismo, autorizaciones administrativas y licencias de obras, certificación y conexión de instalaciones de almacenamiento y sus diseños… 2024 será sin duda un año intenso.
Y también en el aspectos regulatorio. Empezando por la integración en las plataformas europeas MARI y PICASSO, que modificarán el funcionamiento de los mercados de balance con la participación internacional de instalaciones a través de las interconexiones con Portugal y Francia, y el incremento de la resolución de los mercados a 15 minutos desde los 60 minutos actuales. Además, esperamos que 2024 traiga un nuevo mercado de capacidad que transforme los fundamentales económicos para las instalaciones de almacenamiento. Esta es la gran oportunidad que cambiará la perspectiva para el cumplimiento de los objetivos de almacenamiento a 2030, pero el reto es mayúsculo. Si bien ya se han iniciado los trámites formales para la aprobación por parte de la UE, son muchas las dudas en torno a este instrumento.
La primera es la cuantía real de nueva necesidad que surgirá si se mantiene todo el parque de ciclos combinados. Según el estudio nacional de cobertura de Red Eléctrica de octubre de 2023, este mercado de capacidad será necesario para garantizar el estándar de fiabilidad de 0,94 horas (LOLE). Pero en el mismo informe indica que si se mantienen operativos 24,5 GW de ciclos combinados se cumple el estándar de fiabilidad incluso sin entrada de nueva capacidad de almacenamiento (0,07h LOLE).
La segunda es si bajo este esquema se podrá apoyar la flexibilidad “no fósil” que se está incorporando en la reforma del mercado interior de la electricidad. Es aquí donde encajan los objetivos de almacenamiento del PNIEC, que se deberán definir como “objetivos nacionales indicativos” de flexibilidad horaria, diaria y estacional. Finalmente, la tercera tiene que ver con los detalles técnicos de este mercado de capacidad que podemos resumir en cual será el factor de firmeza para cada tecnología y qué tecnologías podrán participar en él.