“No hay ninguna excusa económica para no actuar en contra del cambio climático, y hay una elevada urgencia de acción”, aseguró el secretario general de la organización, Angel Gurría, al presentar el informe Investing in climate, Investing in growthe (Invertir en clima, invertir en crecimiento) en el marco del Diálogo del Clima de Petersberg, una iniciativa del Gobierno alemán celebrada en Berlin la semana pasada y de la que informa EFE Verde.
Esto no significa que la transición hacia una economía baja en emisiones contaminantes no tenga un coste que perjudique a ciertos sectores económicos, ciertas regiones, o determinados empleos, agregó el secretario general de la OCDE, pero, según sus cálculos, los beneficios superan a la inversión. “Hay un coste por salvar el planeta. Pero el resultado neto es positivo. Es posible lograr un crecimiento positivo y cumplir con el Acuerdo de París” contra el cambio climático, aseguró.
El documento explica que la integración de las medidas contra el cambio climático en las agendas económicas podría elevar el avance del PIB en las economías del G20 hasta en un 1% para 2021 y en un 2,8% para 2050. Es más, si se tienen en cuenta los beneficios económicos de frenar el calentamiento global, como la desaparición de las costas o la destrucción que generan algunos fenómenos meteorológicos, el incremento neto podría alcanzar en media el 5%.
Según el estudio, con las políticas e incentivos adecuados, “principalmente reformas fiscales y estructurales sólidas combinadas con una política climática coherente”, los gobiernos “pueden general crecimiento que reducirá de forma significativa los riesgos del cambio climático, a la vez que se logran beneficios en términos de crecimiento a corto plazo, empleo y salud”. Para la OCDE, un “factor crítico” en este ámbito es la inversión en “infraestructura moderna, inteligente y limpia en la próxima década”.
En este sentido, el documento de la OCDE sostiene que la inversión en infraestructuras limpias (respeten el limite máximo de dos grados de subida fijado en Paris), supondría un desembolso de 6,9 billones de dólares hasta 2030, tan sólo un 10% superior a la alternativa del carbón y el petróleo, y supondría unas ganancias anuales de 1,7 billones de dólares.
Por el contrario, si no se toman medidas antes de 2025, el PIB del G20 (estos países concentran el 85% del PIB mundial y el 80% de las emisiones de CO2) perderá de media un 2% de crecimiento, además de incrementar el coste y la urgencia en la aplicación de las medidas, lo que podría derivar en “disrupciones” económicas.
Un gran impuesto al CO2
La financiación de esta apuesta ecológica es “factor esencial”, apunta la OCDE en el documento, en el que sugiere que las instituciones financieras nacionales públicas, así como las multilaterales, lideren la transición con todos los recursos e instrumentos a su disposición.
La OCDE también insta a la banca privada a participar en la financiación de la infraestructura ecológica, así como a “valorar correctamente” los riesgos ligados al calentamiento global. El estudio aboga, asimismo, para “alinear” los incentivos con el objetivo final de generar un crecimiento económico sostenible en términos medioambientales, eliminando los subsidios a los carburantes e imponiendo impuestos a las emisiones de los gases como el CO2 que contribuyen al calentamiento global.
En este sentido, Ángel Gurría se mostró partidario de fijar un “gran impuesto” al CO2 en lugar de mercados de emisiones como los que ha puesto en marcha la UE.