Mediante esta tala selectiva y la creación de un mosaico discontinuo sobre esa masa forestal del territorio se conseguirían diversos objetivos como la obtención de madera, la posible ocupación de esas zonas con algún tipo de uso recreativo rural y sostenible con el medio ambiente, la protección frente a grandes incendios forestales, etc.
En algunas zonas de Perú se están llevando a cabo programas de reforestación con fines energéticos. El aprovechamiento excesivo del recurso es un problema que afecta sobre todo a los países del Tercer Mundo donde el uso de este tipo de energía está a la orden del día.
En España la masa forestal ha aumentado en los últimos 100 años debido al éxodo rural. Este “suceso” económico-social se basaba en el abandono del ámbito rural hacia las ciudades. Todo ello llevaba consigo la disminución de la utilización de los recursos forestales. En algunos lugares se está empezando a aprovechar esas zonas mediante desbroce y tala selectiva, con puntos donde mediante maquinaria se convierten dichos restos de madera en viruta. Desde esa localización se puede distribuir para llegar a las fábricas para su prensado y que pueda ser utilizado en estufas de pélets.
Los restos de la producción de viruta que no se puedan aprovechar se pueden devolver al bosque y esparcir sobre el suelo para que lo protejan frente a agentes externos. Posteriormente el purín se transportaría a las industrias para su utilización.
Perú puso en marcha hace años el Plan Nacional de Conservación de Bosques. Al que unió después el Plan Nacional de Mitigación, en el que uno de sus cinco apartados está dedicado al sector forestal y a la conservación de bosques en Áreas Naturales Protegidas.
Dicho Plan aporta unas directrices en materia de manejo integrado de suelos, proyectos de reforestación y de control forestal entre otros. Esta reforestación está haciendo que las pérdidas de masa forestal no sean tan elevados a nivel global ya que, a pesar de que en los últimos años se han perdido 125 millones de hectáreas de bosque natural y seminatural, las plantaciones forestales han aumentado en 31 millones de hectáreas. En el caso de España la dinámica ha sido la contraria, motivada por aspectos como el éxodo rural que comentábamos anteriormente.
Otro ejemplo de fuerte aprovechamiento energético a partir de la madera lo tenemos en Brasil. El país carioca produce cerca del 20% de su energía mediante el aprovechamiento de los residuos vegetales de las zonas agrícolas y forestales. El problema reside en que en algunas ocasiones para ello se realiza una tala indiscriminada de masa forestal. Por suerte, el Protocolo de Kioto ya desarrolló mecanismos de compensación económica para favorecer que los países realicen una gestión forestal sostenible y frenen la deforestación.
Para luchar contra la deforestación son necesarias investigaciones en torno a dos aspectos fundamentales:
– Estudios de viabilidad económica y optimización de los recursos, que aporten alternativas económicas y técnicas a la hora de aprovechar los desechos vegetales del bosque para reducir al máximo el gasto y, de esa manera, lograr que se sume más gente a utilizar la biomasa de manera responsable.
– Aprender a valorizar los restos vegetales que se encuentran después de un incendio forestal en una zona boscosa. En muchos ecosistemas los incendios son algo intrínseco y por lo tanto van a ocurrir. Ya que esto es un hecho, sería bueno poder dar un valor a esos restos vegetales post-incendio.