En 2009 tocó fondo el acuífero 23, el que alimenta el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, cuando la turba del subsuelo se incendió por culpa de la sobreexplotación de las aguas subterráneas. Afortunadamente, los últimos años han sido lluviosos y el nivel de las aguas de la zona se ha recuperado, aunque no está como estuvo: los famosos ‘ojos del Guadiana’ han desaparecido, pero han vuelto a aparecer, después de dos décadas, afloramientos del acuífero más pequeños, denominados ‘ojillos’. El reto actual es compaginar el desarrollo agrícola de la zona –la base económica de la comarca– con el mantenimiento de la situación actual.
Un Plan Anual de Extracciones del Acuífero 23 limita la cantidad de agua que puede extraerse del subsuelo y ello obliga a optimizarla a los agricultores. Con esa idea en mente, la organización ecologista WWF y la multinacional Coca Cola están desarrollando un proyecto conjunto denominado “Misión Posible, conservar el agua de La Mancha”.
Iniciado en 2008 y dotado de un presupuesto total de 400.000 euros, Misión Posible pone la tecnología al servicio de la agricultura sostenible y ya está dando buenos resultados, con ahorros de agua medios del 14%, a los que se suma un 10% adicional en el caso de los viñedos. Se está poniendo a disposición de los regantes de un modo gratuito y ya hay 200 que se están beneficiando.
Afloramientos del Guadiana en 2013. Fotos: Jorge Sierra/WWF
El proyecto ofrece a los agricultores tres herramientas. La primera, “Acuas”, permite elaborar planes individuales de cultivo para cada regante, ajustado a su cuota de agua. La segunda, “Sitar” hace recomendaciones semanales de riego muy detalladas, que se remiten a los teléfonos móviles como simples sms. Y la tercera, “Optiwine”, específica para los viñedos –el cultivo manchego que más agua consume–, no sólo permite los ahorros de agua comentados, sino que incrementa la calidad de las uvas y la de los caldos.
Optiwine, la herramienta para hacer buen vino
Optiwine es una iniciativa piloto de mucho menor alcance que las otras dos herramientas del conjunto del proyecto; de momento sólo afecta a seis parcelas, tres de las cuales son de demostración. La base de Optiwine son las citadas torres de medición, que, con un coste de 9.000 a 10.000 euros, permiten conocer la situación de las viñas en 20 o 30 Ha., aportando un ahorro de unos 3.000 euros al año.
Gracias a los datos extraídos por los múltiples sensores de las torres, se puede optimizar la reserva hídrica del suelo y someter a las plantas a unos niveles de estrés diferente para cada uno de los períodos de desarrollo (brotación, floración, cuajado-envero y maduración), sin afectar al tamaño de la cosecha y mejorando, además, su calidad. La cantidad de agua de riego se queda entre el 38% y el 47% de las necesidades teóricas –según la evapotranspiración potencial–, logrando un ahorro del 10% en relación a la práctica habitual.
Las viñas son el principal cultivo de la zona, con unas 100.000 Ha, y son la base de la economía rural local. Pero hasta ahora el vino manchego se vendía en función del volumen y el octanaje, sin prestar atención a criterios de calidad. Con la herramienta Optiwine la situación ha cambiado. Uno de los tres campos que se han beneficiado de la iniciativa piloto ya ha vendido la cosecha a clientes extranjeros para producir vinos de buen nivel… “Y a mucho mejor precio”, como comenta su propietario. Por lo tanto, no sólo se obtiene rentabilidad por el ahorro, sino también con los mayores ingresos por la cosecha.
La tecnología de las torres aún no es plenamente comercial y se está aplicando en bodegas caras y exigentes, principalmente en el extranjero (Australia), lo que supone un escollo para su implantación. En el caso de las viñas manchegas, WWF y Coca Cola desarrollarán el proyecto en principio hasta 2015, aunque su intención es ampliarlo. Eva Hernández, la Responsable de Programas de Aguas y Agricultura de WWF España, cree que se prolongará en el tiempo si crece la demanda de uvas y caldos de calidad.
A la vista de la rápida amortización de la iniciativa –en unos tres o cuatro años se rentabilizan las torres–, parece que podría extenderse las novedosas torres de medición alimentadas con un modesto sistema fotovoltaico aislado. Especialmente en nuestra seca España.