Greenpeace fue el primero en dar la alarma. En su primera valoración del paquete de medidas sobre política energética y climática para 2030 presentado el miércoles por la Comisión Europea, que calificaba de decepcionante y a la espera de que lo corrijan los gobiernos de la UE, afirmaba que “la Comisión ha propuesto abandonar los objetivos de reducir las emisiones de carbono procedentes de los combustibles en el transporte en virtud de la directiva sobre calidad del combustible”. En dicha normativa se introduce un mecanismo para controlar y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) asociadas a todo el ciclo de vida de los distintos carburantes, incluidos los biocombustibles líquidos.
Según la directiva, “los proveedores deben reducir gradualmente, a más tardar el 31 de diciembre de 2020, las emisiones de GEI durante el ciclo de vida de los combustibles hasta el 10% por unidad de energía del combustible o por energía suministrada”, y “debe alcanzar al menos el 6 % antes del 31 de diciembre de 2020”. Greenpeace denuncia que este objetivo aún no se ha implementado. Confían en que “la directiva sirva para evitar importaciones de arenas bituminosas, una de las mayores fuentes de contaminación del planeta”, y añaden que “el abandono de las obligaciones de la industria petrolera para reducir sus emisiones de carbono socavaría el esfuerzo por salvar el clima en Europa y abriría la puerta a las arenas bituminosas”.
Entrada masiva de petróleo de arenas bituminosas desde Canadá
Hoy mismo Ecologistas en Acción ha presentado un informe internacional realizado por el Natural Resources Defense Council en el que se denuncia que la “entrada masiva de petróleos pesados y altamente contaminantes en la UE acabaría con sus compromisos climáticos y tendría otros graves efectos ambientales”. “El petróleo procedente de arenas bituminosas es un 23% más contaminante que el convencional y provoca severos impactos ambientales y sociales en su lugar de extracción y durante su transporte (oleoductos en tierra y grandes barcos petroleros en mar)”, señalan desde Ecologistas en Acción. Puntualizan también que “se trata de un tipo de combustible que Canadá, con grandes yacimientos y poco mercado donde colocarlo, quiere exportar a Europa de forma masiva”.
En concreto, el informe estima que se podría pasar de los 4.000 barriles diarios que entran actualmente en la UE a unos 600.000 en 2020. “La entrada masiva echaría por tierra el compromiso de la UE de reducir sus emisiones de GEI un 20% hasta 2020 y haría inviable el compromiso establecido en la directiva de calidad de los combustibles de lograr que el petróleo consumido en 2020 tenga un 6% menos de emisiones de media que en 2010”. De nuevo aquí recuerdan que en la presentación de los objetivos energéticos el presidente de la CE, Joao Manuel Durao Barroso, “se propuso eliminar esa directiva a partir del 2020”, lo que entienden como “una alarmante consecuencia del acuerdo comercial entre Canadá y la UE al que se llegó el pasado noviembre”.
Por último, para Ecologistas en Acción resulta inaceptable que la UE renuncie a sus ya mínimos y escasos compromisos ambientales por la negociación de un acuerdo comercial (el que prevén con Canadá). Por eso exhorta a los Estados miembros y al Parlamento Europeo a que “no ratifiquen la eliminación de la directiva de calidad de los combustibles”
Faltan los biocarburantes en las medidas para 2030
El sector de los biocarburantes avanzados también ha visto un peligro en la no consolidación de esta directiva y en la ausencia de compromisos dentro del sector de los biocombustibles líquidos. La alianza Leaders of Sustainable Biofuels (LSB), que agrupa a nueve multinacionales implicadas en el desarrollo de biocarburantes de segunda generación, considera que con las medidas presentadas por Durao Barroso “Europa, que es líder en reducción de emisiones de CO2 y apuesta por las renovables, da marcha atrás en ambición y aplicación de medidas”
“La ausencia de un objetivo vinculante para el transporte sostenible es sin duda una amenaza para el conjunto del sector y representa una oportunidad perdida”, manifiestan desde LSB. Consideran además que “la UE no va a cumplir con sus objetivos de reducción de CO2 sin llevar a cabo planes de acción en el transporte que incluya a los biocarburantes”. Estos planes pasarían por establecer objetivos vinculantes que fomenten el transporte sostenible, y más concretamente la producción y consumo de biocarburantes avanzados, y objetivos de reducción de GEI.
Una vez más señalan que si la UE no logra dar a este tipo de señales claras y a largo plazo, "las inversiones en biocarburantes avanzados se trasladarán a otras regiones fuera del continente europeo donde las condiciones sean más favorables”. “Los Estados miembros –prosiguen desde LSB– perderán preciosas oportunidades para la creación de nuevos puestos de trabajo, promoción del desarrollo industrial con base europea en un campo muy innovador y la creación de valor adicional, especialmente en las zonas rurales y la agricultura, además de reducir las emisiones de GEI”.