Para terminar esta primera miniserie sobre el sistema eléctrico y después de haber dejado claro que es un “chollo” económico para las compañías eléctricas y un desastre para el consumidor (sobre todo el doméstico) creo que vale la pena hacer una breve reflexión sobre cómo podría ser de otra manera y la conclusión evidente de que si el gobierno quiere se puede hacer.
Básicamente hay dos orientaciones globales que podría poner en marcha el gobierno:
✔ Que volvamos a que el gobierno gobierne (valga la redundancia) el sistema eléctrico y tome las decisiones que beneficien al conjunto de la sociedad y no solo a las grandes empresas. En el sistema eléctrico sería volver al llamado “marco legal estable” (anterior a la ley 54/97) mucho más razonable y controlado por quien tiene que hacerlo, el gobierno que nos damos los españoles en cada momento.
✔ Que se acentúe el proceso de liberalización; pero sin trampas a favor de algunos jugadores de los equipos más poderosos. Es decir que se facilite que los consumidores puedan convertirse en productores sin cortapisas y controles de empresas privadas que solo miran su beneficio.
Otra de las claves del futuro inmediato es que el consumidor se convierta, en todo o en parte, en productor y con la secuencia temporal que sea conveniente y posible. El asunto tiene mucha complejidad pero a efectos de que se entienda el sentido de lo que quiero decir referiré solo un aspecto concreto que ya está casi a punto:
Muchos consumidores tenemos espacio libre (en cubiertas, terrazas, jardines, etc.) en nuestras casas o en edificios de los que seamos responsables (hospitales, hoteles, oficinas, etc.) en los que podemos poner instalaciones fotovoltaicas que generen la misma (o más o menos) cantidad de electricidad que la que consumimos y utilizarla en los momentos adecuados mientras que en otros podemos verterla a la red o tomarla de la red. Para que se entienda mejor lo que digo, unos números elementales: el consumo de un hogar medio español es de 4.000 kWh/año que pueden ser generados con una instalación fotovoltaica de 2,5 kW de potencia nominal y que costaría en el mercado actual del orden de 6.000 euros. Al precio que ahora mismo pagamos la electricidad (17 céntimos de euro incluido todo) se ahorraría 680 euros al año con lo cual su instalación se amortizaría (sin considerar financiación) en aproximadamente 9 años. Estoy convencido de que más de uno haría la inversión sobre todo cuando considera que con su instalación tendría seguridad de electricidad al menos durante el día.
Es evidente que esas medidas llevan consigo las contrapartidas de todo tipo que nos podemos imaginar. Las negativas, obviamente para las grandes compañías eléctricas que perderán mucho negocio (de hecho ya lo están perdiendo) y –por mucho que se empeñenes un proceso que no podrán parar. Las positivas para el conjunto de la sociedad que ganará en muchos sentidos:
✔ Dependeremos mucho menos de fuentes energéticas que hay que comprar en el extranjero con el consiguiente beneficio para nuestra balanza de pagos que en este momento alcanza los 40000 millones de euros al año.
✔ Generaremos muchos menos gases de efecto invernadero y pagaremos menos por ello. Además de las ventajas generales y globales para todo el planeta.
✔ Los consumidores verán disminuida su factura energética. Y sentirán que están contribuyendo a la mejora ambiental de su entorno y a la industrialización de su país y a la creación de empleo.
En definitiva que, con muy poco esfuerzo pero mucho convencimiento podemos cambiar en un plazo razonable la sinrazón en la que vivimos en relación con el sistema eléctrico que tenemos en este momento.