¿De qué le sirve a un consumidor doméstico tratar de ahorrar energía? Cada hogar español paga 60 euros en la factura de la luz aunque no la encienda. Solo por el mero hecho de estar conectado, con independencia de que consuma mucho o poco. Es una de las consecuencias de las reformas del sistema eléctrico llevadas a cabo por el gobierno de Rajoy, que ha elevado los costes fijos –el término de potencia– hasta niveles que desincentivan cualquier medida de ahorro y eficiencia. O que hacen inviable el autoconsumo.
El 46% del coste de la electricidad en España no está relacionado con su generación, transporte y distribución. Se debe a las políticas energéticas y a los impuestos, según el informe ‘Análisis de los precios de la electricidad en la Unión Europea y en Estados Unidos: una perspectiva española’, elaborado por David Robinson, investigador del Oxford Institute for Energy Studies, y presentado ayer en Madrid. Robinson habla de “cuña gubernamental”. El 73% de la subida que ha experimentado el precio de la luz de 2008 a 2014 se debe, según el informe, a esta “cuña gubernamental”.
¿Qué incluyen esos costes? Los incentivos a las energías renovables y a la cogeneración, ayudas para reducir el recibo que paga la gran industria (como los costes de interrumpibilidad, que muchos expertos consideran un auténtico regalo a los grandes consumidores y que en 2016 nos costará a todos 500 millones de euros), los sistemas extrapeninsulares (la generación en Canarias es más cara que en la Península), las ayudas al carbón, la moratoria nuclear (que llega a su fin) o el coste financiero de la deuda de más de 21.000 millones que acumula el sistema, el llamado déficit tarifario, que empezó a generarse antes, durante el gobierno de José María Aznar, y por decisiones del entonces ministro de Economía Rodrigo Rato.
Entre el segundo semestre de 2008 y el de 2014 el coste de la electricidad aumentó en 81 euros por megavatio hora (MWh), casi el doble que la media de la UE, que fue de 42 euros. Hasta el punto de que España es hoy el cuarto país europeo con el precio más caro de la electricidad, solo por detrás de Dinamarca, Alemania e Irlanda.
La subida del precio de la luz en estos años en España ha sido del 52%, una cifra superior al incremento medio contabilizado en la Unión Europea, y por encima de países como Francia, donde aumentó un 46%, Alemania (35%) y Reino Unido (26%).
El coste a cierre de 2014 antes de impuestos era de 0,21 euros/kWh para los hogares, algo más de los 0,20 euros/kWh de media en la Unión Europea y el doble de los 0,10 euros/kWh que cuesta en Estados Unidos. Un país menos afectado por esos “costes políticos”. Incluyendo el IVA, el precio de la luz se eleva a 0,23 euros/kwh, lo que supone un incremento del 50% desde 2008.
El incremento de la electricidad para la industria y los grandes consumidores no tiene nada que ver con el del consumo doméstico. Ya que se queda en un 9% de subida en el mismo periodo (frente al 52%). “En casi todos los ámbitos geográficos, los consumidores más pequeños experimentan incrementos mayores de precio que los grandes consumidores. Además, cuando bajan los precios, lo hacen más para la industria que para los consumidores domésticos”, señala el informe.
A pesar del impacto económico que puede suponer este incremento de precios en tiempo de crisis, el año pasado, y ya con la economía española en crecimiento positivo, los beneficios obtenidos por las cinco grandes compañías eléctricas agrupadas en Unesa sumaron 2.443 millones de euros.