El investigador del Departamento de Cultivos Extensivos del Centro de Investigación La Orden-Valdesequera (Guadajira, Badajoz), Javier Matías, defendió recientemente su tesis doctoral Estudio del cultivo de la pataca (Helianthus tuberosus L.) y de su conversión en bioetanol para la obtención de un biocarburante con criterios de sostenibilidad. Entre los resultados obtenidos tras varios años de ensayos destaca que se trata de “un cultivo con bajas necesidades en fertilización, especialmente nitrogenada, lo que supone un ahorro económico sustancial”. Además, se ha optimizado el proceso de obtención de bioetanol a partir de los tubérculos de pataca con criterios de sostenibilidad y mediante procesos de bajo coste que permiten su producción industrial descentralizada para favorecer el desarrollo rural.
Las conclusiones están en la línea de otras que hasta la fecha han realizado otros organismos científicos, como el Ciemat, la Universidad Pontificia de Comillas, la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de la Universidad Politécnica de Madrid y el propio Centro de Investigación La Orden-Valdesequera, que pertenece a la Consejería de Empleo, Empresa e Innovación de la Junta de Extremadura. El trabajo de Javier Matías ha obtenido una calificación de Apto Cum Laude y demuestra que “la sostenibilidad del bioetanol obtenido a partir de pataca es superior a la de otros cultivos tradicionalmente empleados en España para este fin”, según afirman desde el gabinete de prensa del Gobierno de Extremadura. Por otro lado, “el objetivo es que los agricultores no necesiten una tecnología muy costosa para conseguir buenos rendimientos”.
Hay terrenos y conocimiento para su explotación en Serranía Baja
Fuera de Extremadura, los agricultores de la comarca conquense de Serranía Baja son los que más cerca están de conocer las ventajas económicas y ambientales que se auguran a la pataca destinada a producir bioetanol. A principios de este año se dio a conocer la intención de la empresa Industrias y Cultivos Energéticos, radicada en uno de los pueblos de la comarca, Villar del Humo, de instalar una planta de etanol a base de pataca en la zona, lo que conllevaría la puesta en regadío de 3.000 hectáreas agrícolas actualmente abandonadas y la creación de unos cien puestos de trabajo directos en una de la áreas más despobladas de la provincia. Pero faltan por salvar algunos obstáculos.
César Ruiz, alcalde de Villar del Humo, defiende con vehemencia el proyecto porque considera que “es una de las pocas alternativas que tenemos para generar empleo y riqueza en unos pueblos con una gran emigración, pero a los que ahora vuelven los hijos de aquellos que emigraron”. Sin embargo, habla de los dos principales obstáculos que se han encontrado: “el primero es con la Confederación Hidrográfica del Júcar, que nos impone numerosas pegas y controles porque, aunque se trata de poner en riego antiguas extensiones que ya eran de regadíos, hay que volverlo a solicitar; y el segundo es la extrema parcelación en minifundios, lo que dificulta llegar a acuerdos con todos los implicados, ya que solo en nuestro pueblo hay 28.000 parcelas de 50 propietarios”. Los agricultores de la zona, en general, están dispuestos a implicarse en el proyecto, ya que conocen el cultivo de la pataca y se les aseguraría su compra a largo plazo.
Además del aprovechamiento del tubérculo, con alto contenido en azúcares, para la producción de bioetanol, el procesamiento del cultivo “permite emplear los tallos secos para la producción del vapor y la electricidad necesaria en el proceso de obtención de etanol, mejorando el balance global de emisiones de su ciclo de vida”, como se destaca en varios estudios del Ciemat. César Ruiz añade que esta iniciativa se acompañaría de otras también vinculadas a la bioenergía, como la instalación de una planta de fabricación de pélets, y cita para ello el proyecto Remasa. Esta iniciativa, liderada por el Grupo de Desarrollo de la Serranía de Cuenca (Prodese) y financiado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, pretende revitalizar zonas rurales a partir de la explotación de la resina y la biomasa. “Gracias a la resina ya se han conseguido 28 nuevos puestos de trabajo en la zona”, concluye Ruiz.
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