El pasado 29 de marzo, Viernes Santo, se produjo un hecho muy relevante sobre el que no se han sacado todas las conclusiones que el asunto merece. Ese día se derrumbó un mito del sector eléctrico al ordenar Red Eléctrica de España que las centrales nucleares redujeran potencia para adaptarse a la escasa demanda prevista para ese día y a la abundante generación de la hidráulica y la eólica. Todas las plantas en funcionamiento, salvo Ascó, bajaron en un 20 por ciento su producción entre las 13h30 y las 22h00 sumando un total de 1.100 MW menos de potencia nuclear en actividad.
El mito que ese día se venía abajo no es otro que el que “las nucleares en España no pueden regular ya que no están acondicionadas para ello y, por tanto, hacerlo puede suponer un riesgo importante”. Al menos eso es lo que habían argumentado durante los últimos quince años y especialmente desde hace ocho cuando empezaron a llevarse a cabo recortes a la producción eólica cuando el Operador del Sistema consideraba que ésta “no cabía”. Eso se producía normalmente por la noche y de madrugada, frecuentemente los fines de semana, cuando la demanda valle no podía acoger la suma de la “intocable” producción nuclear, el “mínimo necesario de tecnologías regulables (térmicas) para operar el sistema”, un conjunto de tecnologías del régimen especial si regulables pero no controladas como la cogeneración (lo que merece un comentario aparte) y una abundante producción eólica. Se recorta exclusivamente a la eólica porque es la única tecnología que en su afán de integrarse perfectamente en el sistema ha hecho los deberes al crear a su costa unos centros de control que sirven ahora para actuar en su contra pues son los que canalizan las órdenes del Operador del Sistema de detener la producción, orden que no se puede dar a otras tecnologías del Régimen Especial por carecer de los mismos.
La normativa europea y española consagra la obligación para el sistema de adquirir toda la producción renovable pero desde hace años se “vierte” -es el término técnico que se utiliza para denominar lo que en realidad es “desperdiciar”- una importante cantidad de producción eólica, y exclusivamente eólica, cuando se dan las circunstancias descritas anteriormente. Solo en lo que va de año este año esos recortes han supuesto una merma de 69,8 millones de euros para los propietarios de los parques según los datos de la Asociación Empresarial Eólica pero han sido cientos de millones de euros el valor de lo que la energía del viento ha dejado de producir estos años para que las centrales nucleares siguieran quemando uranio y generando un residuos que estarán radioactivos miles de años.
Una tecnología limpia y autóctona ha sufrido una gravísima merma en sus ingresos todo este tiempo con el argumento falso, como lo demuestra el recorte de producción del parque nuclear del 29 de marzo, de que esas centrales no podían regular. O mentían antes o el día 29 pusieron en riesgo la seguridad de las centrales nucleares que pararon durante unas horas.
Obviamente la respuesta acertada es la primera. Sí, la mentira está muy vinculada a la tecnología nuclear: mienten cuando minimizan los riesgos de la fisión; mentían los expertos pro nucleares cuando en la primeras horas después del tsunami en las costas japonesas aseguraban que en Fukushima no sucedería en ningún caso lo que inexorablemente fue pasando a continuación; mienten cuando hablan de sus costes; mienten, en cualquier caso, cuando durante años dicen que “es la tecnología más barata” y ante la evidencia de los “winfall profits” que perciben estas centrales el presidente de la patronal eléctrica afirma que “el que diga que la energía nuclear es barata no sabe lo que dice”; mienten cuando dicen que es una tecnología de futuro; y, mienten cuando desvinculan esta tecnología de otros usos “no pacíficos”.
Que la energía nuclear no puede regular es una mentira más sobre las que está asentado nuestro obsoleto y nefasto modelo energético, como lo es señalar a las renovables como la única causa del déficit de tarifa, como lo son los argumentos para retrasar la regulación del autoconsumo, como lo es nuestro mercado eléctrico, como lo son los precios de gasolinas y gasóleos, etcétera, etcétera.