El 20 de julio de este año la CE dio a conocer la estrategia europea para una movilidad baja en carbono. En cuanto a combustibles, en ella se advierte claramente la apuesta por los biocarburantes avanzados, la electricidad, el hidrógeno y otros combustibles sintéticos. En la comunicación al resto de instituciones europeas es aún más explícita: “los biocarburantes basados en alimentos tienen un papel limitado en la descarbonización del sector del transporte y no deben recibir apoyos públicos a partir de 2020”; para concluir que están centrados en “su eliminación gradual y sustitución por biocarburantes más avanzados”.
EPure lleva todo el verano denunciando la posible consumación de esta política, recordando el daño que puede hacer al etanol europeo, producido casi el cien por cien con materia prima procedente de cultivos agrícolas y residuos con origen en Europa, principalmente maíz y trigo. Ahora publica un documento de posición en el que incide en que la Comisión debe proporcionar apoyo a las políticas de biocarburantes convencionales que muestren fielmente un buen comportamiento ambiental, como es el caso del etanol europeo.
Como ya ha hecho con anterioridad, ePure vuelve a cargar contra el biodiésel de aceite de palma, el más consumido en la Unión Europea. En este caso pide “eliminar gradualmente los biocarburantes que tengan un alto riesgo de cambio indirecto del uso de la tierra (CIUT), como los derivados de aceite de palma y los importados de aceite de cocina usado”.
El consumo anual de biocarburantes deberá incrementarse un 50%
En la nota de prensa de APPA Biocarburantes se defiende a todos los biocarburantes convencionales por igual, máxime cuando sin ellos manifiestan que será imposible cumplir los objetivos de renovables y descarbonización previstos para 2030. Para lograr este objetivo consideran que “el consumo anual de biocarburantes deberá incrementarse al menos un 50% con respecto al actual (14 Millones de toneladas equivalentes de petróleo), hasta situarse entre 21 y 25 Mtep.
Estas conclusiones las sacan haciendo un análisis del texto de la estrategia presentada por la CE. Recuerdan que según este documento “los biocarburantes incrementarán su cuota de mercado significativamente durante los años siguientes hasta cubrir a mediados de siglo el 37% de la demanda energética final en el transporte, superando claramente a la aportación de la electricidad (16%)”. El resto de combustibles alternativos se lo reparten el hidrógeno (3%), el gas natural (2%), los gases licuados del petróleo (1,3%) y biocarburantes gaseosos (0,3%).
“La estrategia deja claro que no cuenta con los de primera generación”
“En este marco, consideramos prácticamente inviable la posible eliminación progresiva de los biocarburantes convencionales que la Comisión estaría valorando introducir para la próxima década”, asegura Óscar García, presidente de APPA Biocarburantes. Por lo tanto, abogan por mantener las actuales obligaciones de biocarburantes y establecer una específica para avanzados “que sea ambiciosa, técnicamente factible e incluya los aceites de cocina usados y las grasas animales entre las materias primas utilizables”.
Desde Ecologistas en Acción advierten que “aunque haya que incrementar el porcentaje de biocarburantes hasta 2050, la estrategia deja claro que no cuenta con los de primera generación, porque al incluir el tema CIUT excluye a la mayoría de los agrocombustibles, y en especial el agrodiésel”. Y añaden que “solamente un mejor aprovechamiento de lodos de depuradora o el compostaje con recuperación de gases de residuos orgánicos puede generar más oferta que la demanda prevista en el plan”.
La larga sombra del CIUT
Para esta misma organización ambiental “solo existe un sector en el que la sustitución energética es complicada y podría necesitar cierto uso de agrocombustibles (aunque también podrían venir de residuos) que es el aéreo”. En cualquier caso, inciden en que “teniendo en cuenta la gran importación de aceites para agrocombustibles de toda Europa y la falta de espacio de cultivo, una mayor producción incrementaría enormemente la presión sobre el sistema alimentario; además de repetir los patrones de dependencia energética que existen con el petróleo”.
APPA Biocarburantes vuelve a rechazar que la CE intente justificar la eliminación de los biocarburantes convencionales por las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas del CIUT. Afirman que “estaría errando no sólo el diagnóstico, sino también la solución al problema, al tiempo que pondría en peligro el cumplimiento de los propios objetivos previstos para 2030”. También rechazan basarla en una competencia con los alimentos: “la propia Comisión en su último informe bianual de evaluación del sector concluye que los biocarburantes consumidos en la UE no están afectando a la seguridad alimentaria del planeta”.