En 2008 se instalaron en España 2600 megavatios de electricidad fotovoltaica. Fue el mayor mercado mundial en aquel año e implicó inversiones del orden de 16000 millones de euros por parte de inversionistas privados, muchos extranjeros. Adicionalmente, unos 1000 millones se invirtieron en empresas de muy alta tecnología, un hecho sin precedentes, creemos, en la economía española.
Para poner en perspectiva este logro, hay que señalar que la potencia fotovoltaica instalada en ese año compensaba la merma que se hubiera producido de haberse cerrado la planta nuclear de Garoña cuyo destino suscitaba polémica aquel mismo año. Con la diferencia que todo ese hizo en un año, mientras que el plazo para instalar una planta nuclear roza le década. Nunca una tecnología energética se había podido instalar tan deprisa.
Hoy, con sus cerca de 4000 megavatios fotovoltaicos instalados la energía fotovoltaica suministra alrededor del 3% del consumo eléctrico español.
Una oleada de acerbas críticas acompañó a este clamoroso éxito. Ciertamente estaba basado en una generosa tarifa, por cierto promulgada en las postrimería del gobierno Aznar (con limitaciones levantadas más tarde), de más de 40 eurocéntimos por kilovatio hora (la tarifa normal es de unos 18 euros para el consumidor) que, sin duda, se convirtió en un gravamen importante, que la afectará a la tarifa eléctrica durante muchos años, pero junto a esta justificada observación se unieron absurdas criticas de presuntos fraudes imposibles que criminalizaron injustamente a este sector de negocio. Sin que ello sea óbice para admitir que, como en cualquier actividad humana importante, siempre habrá un pequeño número de desaprensivos dispuestos a violar, en su propio provecho, los códigos morales establecidos.
Sin embargo, estamos convencidos que la fotovoltaica será la más importante fuente de electricidad antes de que medie del presente siglo y conocerá desarrollos impensables hoy. El origen de esta convicción está en un artículo que publicamos en una revista científica en 2001 (superando, por consiguiente, la crítica de desconocidos colegas) en la que se predecía, en base a una serie de ecuaciones diferenciales, el desarrollo de la fotovoltaica en la primera mitad del siglo. Los pronósticos se han cumplido durante más de una década. El artículo establecía tres condiciones alternativas tales que con tal de que sólo una se cumpliera se produciría mencionada supremacía de la fotovoltaica en la producción de la demanda eléctrica mundial. Una era que se encontrara un medio de comercialización más barato. Esto fue lo que ocurrió en España en 2008. La gran planta fotovoltaica, que hasta entonces no se consideraba la forma genuina de explotación de esta tecnología, ganó ponderación entre nuestros hombres de negocios y dio lugar al resultado antes dicho. La comercialización de esta tecnología de forma centralizada es sin duda mucho más barata que la comercialización a través de pequeñas instalaciones de tamaño casi doméstico con la pléyade de vendedores y electricistas especializados que ello requiere.
Hoy la fotovoltaica está en crisis. ¡El mercado mundial en 2012 solo ha crecido un 10% con respecto al de 2011, en lugar del 60% anual al que nos tenía acostumbrados! Pero lo cierto que las compañías fotovoltaicas de todo el mundo están quebrando. ¿Por qué? Porque la producción de módulos fotovoltaicos en el lejano oriente, sobre todo en China, ha superado con mucho la demanda, con ser esta explosiva, y ha seguido una estrategia de bajada de precios insostenible para ellos, que ahora se encuentran en graves dificultades, e insostenible para los fabricantes occidentales que no pueden producir a precios tan irrealistamente bajos. ¡Los precios son tan bajos que ya se puede producir electricidad fotovoltaica a unos 10 eurocéntimos por kilovatio hora, o menos, que es un precio competitivo con las demás fuentes de electricidad en la franja horaria diurna!
¡Y esta burbuja se generó precisamente en el mercado español cuando este descubrió que lo barato era hacer grandes plantas! Muchos de los módulos instalados en España eran chinos. La respuesta de China, la nueva superpotencia del siglo XXI, avaló con su comportamiento nuestra tesis de que la fotovoltaica es la electricidad del futuro.
¿Cuál es el futuro? La incorporación de varios miles de millones de individuos a las pautas de consumo del mundo desarrollado hace necesaria mucha más electricidad, y como se ha dicho no hay tecnología de más fácil y rápida instalación que la fotovoltaica. Pero a corto plazo han de quebrar más empresas fotovoltaicas y han de agotarse los stocks desacertadamente generados. Esto ocurrirá en unos tres años. Entonces el precio de la electricidad fotovoltaica volverá a subir permitiendo así el desarrollo de un salto tecnológico que, de hecho, está a punto de producirse y está demorado por los precios artificialmente bajos de la fotovoltaica actual. Células solares mutiunión para concentración con de rendimientos por encima del 40%, células de tercera generación, etc. Este salto tecnológico era otra de las condiciones alternativas para que la electricidad fotovoltaica alcanzara la supremacía de que habíamos hablado antes.
Porque una característica de la fotovoltaica es su profunda imbricación en la ciencia y la tecnología del siglo XXI, sin comparación con las restantes tecnologías energéticas. Con todo ello, la supremacía que poníamos hacia la mitad del siglo, probablemente la veremos al final del primer tercio.
¿Qué explica que haya sido España el país donde se ha generado esta revolución (o burbuja, como se la quiera llamar)? España está en la investigación fotovoltaica desde 1975. En España se fabrican células solares comercialmente desde 1981. Es uno de los países pioneros. Las escuelas de negocios en España son de las mejores del mundo, y muchos empresarios españoles están dando en la crisis un ejemplo formidable de superación. Aunque la mayoría de las inversiones tecnológicas de 2008 han quebrado los instaladores y técnicos españoles están entre los líderes mundiales en la construcción de grandes plantas en el extranjero.
Sirvan estas líneas para ayudar a evaluar cual es la contrapartida del gravamen en nuestra tarifa eléctrica de la burbuja o revolución fotovoltaica de 2008, y lo que es más importante, para recuperar lo que se pueda de este naufragio, que es global, y perseverar, con las nuevas lecciones aprendidas, en una aventura que, sin duda, tiene provenir.