La central nuclear de Almaraz (Cáceres) difundió ayer un comunicado en el que informa de que "a las 12.29 horas, se ha producido una "parada automática del reactor". Según la central, cuando aún se hallaba "en proceso de secuencia de arranque, tras la finalización de los trabajos de recarga, y al 62% de potencia nuclear, se ha producido una anomalía eléctrica en la excitación del alternador, lo que ha generado la parada automática de la turbina, y en consecuencia la parada del reactor". La central asegura que la incidencia eléctrica se ha producido "en la zona no nuclear de la instalación" y que "se están investigando las causas de la anomalía eléctrica, para proceder a la subsanación de la misma".
Esta es la segunda "parada no programada" que sufre la central en los últimos siete meses (y hay que tener en cuenta que dos de esos meses ha permanecido en "parada programada por recarga"; por cierto, la parada programada, que comenzó el 11 de noviembre, ha durado 18 días más de los originalmente previstos por la empresa, que no ha hecho públicos los motivos de esa prórroga). La última parada no programada de Almaraz I tuvo lugar el pasado quince de junio y fue consecuencia de "un incidente eléctrico que ha provocado un incendio en el parque eléctrico exterior", según la central. En junio se dio la circunstancia de que cuatro reactores nucleares españoles –Almaraz I (1.035 MW), Trillo (1.066 MW), Almaraz II (1.044 MW) y Vandellós II (1.087 MW)– se hallaban parados, por recarga y/o mantenimiento general, simultáneamente. En total, más de la mitad (4.183 MW) de la potencia nuclear española instalada (7.800 MW) estuvieron simultáneamente fuera de servicio, lo cual contrasta fuertemente con el manido argumento sectorial de que la energía nuclear es imprescindible como respaldo (cuando no sopla el viento o no brilla el sol) para el sistema eléctrico nacional. Ni en aquella ocasión, ni en esta el operador del sistema eléctrico nacional ha informado de incidencia alguna.