¿Quién dijo crisis? El gobierno vasco va a destinar nada menos que cien millones de euros a "aclarar la viabilidad técnica, económica y medioambiental del yacimiento" de gas pizarra de Subijana. Cien millones de euros, pues, solo para "aclarar" si eso es viable o no. Lo ha apuntado, por escrito, Xabier Garmendia, viceconsejero de Industria y Energía del gobierno vasco. Garmendia critica duramente, en la página oficial del Ente Vasco de la Energía, las "posiciones alarmistas” de quienes han mostrado su preocupación por el impacto que podría ocasionar la exploración, y la explotación, de ese yacimiento. El viceconsejero considera, así, que el gas pizarra no supone “una nueva amenaza de proporciones catastróficas para el medio ambiente" y que por eso es completamente "innecesario" crear una regulación ambiental específica que regule las técnicas utilizadas para la extracción o investigación del gas pizarra, que es precisamente lo que demandan los detractores de la técnica de fractura hidráulica, técnica empleada para la extracción de este tipo de gas.
Wuppertal Institut
El asunto es tal y como sigue: para extraer el denominado gas pizarra, que es gas que se encuentra disperso en estratos de pizarra (y no embolsado, como se halla el gas natural convencional), hay que inyectar en el subsuelo grandes volúmenes de agua mezclada con –y ahí está la madre del cordero– ciertos productos químicos: concretamente "entre 0,1 y 0,5 litros de productos químicos por metro cuadrado". El dato lo ha revelado el Instituto Wuppertal para el Clima, el Medio Ambiente y la Energía. Este prestigioso instituto alemán acaba de publicar un informe sobre la técnica de extracción de gas pizarra denominada fractura hidráulica (fracking). El informe se lo había encargado hace unos meses el mismísimo Parlamento Europeo y acaba de revelar –véase– lo susodicho, es decir, que las empresas que extraen gas pizarra vierten hasta medio litro de productos químicos por metro cuadrado para extraer ese gas.
Qué es la fractura hidráulica
Hace unas semanas, otro informe, elaborado en este caso por la Confederación Sindical de Comisiones Obreras (Secretaría de Medio Ambiente) explicaba la fractura hidráulica en estos términos: "consiste en hacer una perforación vertical hasta la capa de pizarra; a esta perforación se le pone un tubo de acero, con un recubrimiento de cemento para proteger los acuíferos de los aditivos químicos que posteriormente se utilizan; una vez se alcanza la pizarra, se realiza una perforación horizontal, a través de la propia capa de pizarra; esta perforación horizontal tiene, como media, un kilómetro y medio de longitud, aunque puede llegar hasta los tres kilómetros; una vez se ha realizado la perforación horizontal en la capa de pizarra se utilizan explosivos para provocar pequeñas fracturas; y una vez provocadas estas fracturas se inyectan, por etapas, miles de toneladas de agua a muy alta presión, mezcladas con arena y aditivos químicos; este agua a presión fractura la roca liberando el gas que luego, junto con el agua, la arena y los aditivos retorna a la superficie (retorna entre un 15 y un 80% del fluido inyectado)".
La experiencia estadounidense
Pues bien, las compañías extractoras de gas de los Estados Unidos emplean la fractura hidráulica "de manera masiva desde los años noventa", según el informe de Comisiones. Es más, en la gran nación del Norte de América, que es uno de los principales productores de gas del mundo, esta técnica ya está detrás de más del 20% de sus extracciones. O sea, que no hay nación sobre la tierra que haya acumulado tanta experiencia como esa en la técnica que nos ocupa. Pues bien, a la luz de toda esa experiencia acumulada, de los varios episodios de contaminación de acuíferos y de la presunta relación de intoxicaciones y envenenamientos con los yacimientos de gas pizarra, ya han sido varias las ciudades o estados que han prohibido esta práctica. Así, por ejemplo, Búfalo (Nueva York), Pittsburg (Pensilvania) o la provincia-estado de Quebec (Canadá), que tiene una superficie equivalente a tres Españas, o sea, un millón y medio de kilómetros cuadrados. La mayoría de las circunscripciones donde se ha prohibido la fractura hidráulica, además, está a la espera de la publicación del informe que comenzó a elaborar sobre el particular la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA).
¿Y si esperamos unos meses antes de invertir 100 millones de euros?
Y es que la Environmental Protection Agency emprendió una investigación en marzo de 2010 sobre los "potenciales impactos negativos que la técnica de fractura hidráulica puede tener sobre la calidad del agua y la salud pública". Pues bien, la publicación de ese informe está prevista para finales de este año. En ese sentido, Comisiones Obreras también solicita a las autoridades españolas que esperen a ver los resultados de ese estudio antes de tomar medida alguna con respecto al gas pizarra. Más allá de los Estados Unidos, en todo caso, también hay prohibiciones o moratorias. El informe de Comisiones cita, entre otras, Suráfrica y Francia, cuya Asamblea Legislativa alegó hace unos meses como motivos para sostener esa prohibición "la elevada cantidad de agua que requiere el proceso, la contaminación de acuíferos subterráneos y la presencia de químicos en el fluido de fractura con riesgos sobre la salud reconocidos".
Del principio de precaución y de lo legal, lo justo, o lo prudente...
Uno de los estudios más citados, en lo que a esos riesgos se refiere, es el elaborado por la asociación americana The Endocrine Disruption Exchange, que ha descubierto hasta 632 sustancias químicas empleadas en esta técnica y ha llegado a unas ciertas conclusiones. A saber: casi el 40% de las sustancias químicas provoca alergias; más del 25% puede causar cáncer y mutaciones; el 37% puede afectar al sistema endocrino; y más del 50% causa daños en el sistema nervioso. Lo cuenta en su informe "Natural Gas Operations from a Public Health Perspective". Frente a esas pruebas o indicios (elija el lector el vocablo que desee), los detractores de esta técnica esgrimen el principio de precaución. Nada que ver con la actitud del gobierno vasco, que, por boca de su viceconsejero, esgrime ahora un estudio “jurídico” para "despejar alarmismos infundados". En ese sentido, el viceconsejero esgrime un estudio que ha elaborado una consultora a instancias de la Comisión Europea y que señala que “la legislación existente actualmente para la exploración y producción de combustibles fósiles puede aplicarse tanto al gas convencional como al no convencional”. Eso sí, el informe de la consultoría jurídica –la firma belga Philippe & Partners– no aborda lógicamente ni la dimensión ambiental ni la de potencia o presunto impacto de la técnica sobre la salud humana. Solo señala que “la legislación existente actualmente para la exploración y producción de combustibles fósiles puede aplicarse tanto al gas convencional como al no convencional”.
Los cálculos del lehendakari
En Euskadi, el gas pizarra apareció en el escenario político hace unos meses, justo antes de las elecciones generales del pasado veinte de noviembre. Lo hizo por boca del lehendakari Patxi López concretamente en Dallas, donde el mandatario se hallaba de viaje oficial con una delegación de empresarios vascos. Allí, en la capital de Texas, anunció que había sido descubierto –concretamente en el susbsuelo de Álava– un gran yacimiento de gas pizarra. Pues bien, las autoridades vascas calculan que, bajo suelo alavés, habría un volumen de gas equivalente al que consumiría toda Euskadi durante 60 años (el dato es del propio EVE). A partir de ese cálculo apriorístico, y hace un par de semanas, representantes del gobierno vasco, de la Diputación Foral de Álava y del ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz constituyeron una Comisión Interinstitucional sobre el gas no convencional en Álava "en la línea de garantizar la máxima transparencia".
Cien millones para aclarar
Según el EVE, esta comisión es –citamos literalmente– una "iniciativa liderada por la Sociedad de Hidrocarburos de Euskadi, perteneciente al Grupo EVE, en colaboración con dos empresas norteamericanas" (que no cita). En este momento –y siempre según la agencia vasca–, se ultima la obtención de permisos para explorar dos pozos: "uno, en 2012, y otro, el año próximo". La investigación, que está previsto sea desarrollada en el área de Subijana de Álava, dentro del término municipal de Vitoria-Gasteiz, tiene como objetivo –señala el EVE– "aclarar la viabilidad técnica, económica y medioambiental del yacimiento". Eso sí, a priori, el Ente calcula que el valor actual de ese gas rondaría los 30.000 millones de euros. De momento, en todo caso, el gobierno vasco ya ha anunciado "una inversión global de cien millones de euros". El año pasado, el Ente Vasco de la Energía concedió, en materia de ayudas y subvenciones para la promoción de instalaciones de aprovechamiento de energías renovables... 3,4 millones de euros.