La investigación, de la que informa Efe, está a cargo del Laboratorio de Microbiología y Nanotecnología de la Universidad Andrés Bello. Los científicos, según ha explicado uno de ellos, el bioquímico Juan Pablo Monrás, están identificando microorganismos que viven en condiciones extremas, como la exposición a la luz ultravioleta y las condiciones de frío y calor intensos que se dan en isla Decepción, en el archipiélago antártico de las Shetland del Sur.
"Sabemos, por el trabajo en laboratorio, que esos microorganismos son muy resistentes a los metales y que pueden sintetizar unas nanopartículas llamadas 'quantum dots'", explica Monrás. El joven bioquímico, que está realizando un doctorado en Microbiología, explica que estas nanopartículas ya se fabrican químicamente desde hace más de diez años, pero el reto ahora es sintetizarlas de forma natural.
La naturaleza fluorescente de estas pequeñas porciones de materia puede ser útil para su aplicación en biomedicina, con el fin de detectar células cancerígenas, aunque todavía no existen registros de que se hayan empleado con pacientes. Además, como son semiconductoras, pueden usarse para fabricar paneles solares de nueva generación, más eficientes, y nanocircuitos, para los chips de los computadores.
"Sintetizar los puntos cuánticos químicamente es muy complicado y tiene un costo muy alto (un gramo cuesta 5.000 dólares), porque se necesitan cámaras sin oxigeno y se usan solventes y otros compuestos altamente tóxicos", seañala Monrás. Además, los "quantum dots" obtenidos en laboratorio no se pueden emplear con fines medicinales en seres humanos, porque contienen aleaciones de metales pesados, como el cadmio.
De ahí el interés en obtenerlos de forma natural a partir de los microorganismos antárticos. “Es una alternativa ambientalmente mucho más amigable, más ecológica y menos costosa”, continúa Monrás; además, puede abrir las puertas a otras aplicaciones que aún se desconocen.
Una vez que finalice la recogida de sedimentos en diferentes partes del territorio antártico, el equipo científico analizará las muestras y las reproducirá en las mismas condiciones de temperatura y ambiente en que fueron extraídas. Así, por ejemplo, las llamadas bacterias termófilas, encontradas en la zona expuesta a los gases y vapores de origen volcánico de isla Decepción, serán desarrolladas a 50 grados de temperatura, en tanto que la cicrófilas serán reproducidas a bajas temperaturas y las resistentes a los metales, en un medio con alta concentración.
"El trabajo de laboratorio es bastante rápido; de las muestras que sacamos el año pasado ya tenemos aislados unos 300 microorganismos, y aunque probablemente algunos de ellos se repitan, puede haber unas 100 bacterias diferentes", explica Monrás.
Estas nanopartículas es posible encontrarlas también en los géiseres del Tatio, en el desierto chileno de Atacama, pero en la Antártida hay mayor diversidad y además están menos expuestas a la contaminación por la presencia de los seres humanos. Otra de las ventajas de trabajar en el "continente blanco" es que hay una importante comunidad científica integrada por investigadores de distintos países que comparten sus experiencias.