Coincidiendo con el cierre de la Administración de EEUU por el chantaje de los republicanos a Obama se ha producido el llamado “Manifiesto de los 10” por los directivos de las diez eléctricas más grandes de Europa para reclamar a la UE que elimine las primas a la producción renovable y reduzca los objetivos de emisiones. Las eléctricas pretenden que Europa desmonte la política energética aprobada por el Consejo Europeo en 2007, que estableció los objetivos 20+20+20 para esta década, con la intención de que se pare la producción renovable y se aumente la de sus centrales de gas; de lo contrario habrá apagones.
El argumento más serio que esgrimen es culpar a las erróneas decisiones de los Gobiernos del 50% del coste de la luz. En el caso de España tal afirmación es gratuita y falsa. El origen del déficit tarifario está en los acuerdos entre los distintos Gobiernos y las empresas de UNESA para conseguir un incremento permanente de sus costes reconocidos y garantizarse los ingresos del sistema. Decisiones como la moratoria nuclear, los CTCs, la fórmula del déficit de tarifa, la planificación de infraestructuras gasistas, pagos por capacidad, ayudas al carbón, subastas CESUR, etc. son ejemplos de ello. Es la razón por la que no han dejado de fichar para sus Consejos a expresidentes y exministros de esos mismos Gobiernos.
La crisis impidió que los bancos les adelantaran el déficit de tarifa y dejaron de contabilizarlo como ingresos en sus balances convirtiéndose en deuda. La crisis redujo el consumo de electricidad y de gas hasta hacer inútiles gran parte de las inversiones realizadas en régimen liberalizado mientras aumentaban las importaciones de gas. El modelo basado en facturar cada vez más al consumidor final ha entrado en quiebra por los impactos de la crisis y la sobrecapacidad del sistema, principalmente gasista. Lo que pretenden ahora es que de esas erróneas decisiones empresariales nos hagamos cargo todos los demás.
Los políticos ignoran casi todo de energía, pero si algo tienen claro es que las subidas de la luz y los apagones cuestan votos; y si algo también tienen claro es que el sector eléctrico es un poder fáctico con capacidad de cambiar gobiernos. Sabedoras de eso, las eléctricas advierten que reducirán sus inversiones y que habrá apagones si tienen que cerrar centrales de gas. Confunden la sostenibilidad económica del sistema con la sostenibilidad de sus ingresos y cunde su nerviosismo al comprobar cómo la reforma eléctrica es un fracaso antes de ser aprobada y cómo el déficit tarifario se dispara en 2013 cuando se había anunciado lo contrario.
La reforma eléctrica cumple todas las propuestas de UNESA y su fracaso indica que una reforma que no modifique ni un ápice el modelo eléctrico solo ahondará una mayor crisis energética. Excluir del sistema a las renovables y la eficiencia energética solo es un subterfugio para no explicar por qué después de cinco años de recortes a las renovables sigue creciendo el déficit de tarifa y subiendo la luz, por qué bajando la demanda desde 2007 se ha seguido importando e invirtiendo en más gas o por qué se culpa a la meteorología del déficit de 2013.
En el olvidado PER 2011-2020 se decía que antes de 2020 las renovables serían más competitivas que el gas y ese momento ha llegado. Reclamar que Europa incumpla su propia política energética es la demostración de que el modelo de negocio eléctrico convencional ha entrado en crisis mientras en todo el mundo avanza la generación distribuida. Pretender seguir modificando las normas a conveniencia de parte solo incrementará nuestros déficits energéticos. Esta nueva vuelta de tuerca merecería una respuesta política, ¿qué lo impide?