Así lo afirma un estudio de Cetenma y de la Fundación Desarrollo Sostenible en el que además se demuestra cómo, si se instalasen, en los 14,7 km2 de tejados de edificios de la región, paneles fotovoltaicos (unos 970.000 kW de potencia pico) se podrían producir unos 1.500 millones de kWh al año. Una producción suficiente para cubrir la demanda de unos 400.000 hogares (3.600 kWh por hogar), prácticamente casi todos los que hay en la comunidad autónoma, y a un precio, incluidos impuestos, de 17 c€ por kWh, coste inferior al de suministro del sistema que es de 17,5 c€/kWh para la Tarifa de Último Recurso (TUR).
Y lo que es más importante, mientras que el precio de la electricidad que se basa fundamentalmente en combustibles fósiles seguirá subiendo porque sus costes están condenados a hacerlo, los de la fotovoltaica van a seguir bajando por lo que el diferencial seguirá en aumento en beneficio de esta tecnología. Para una instalación de unos 2,5 kW FV –que es lo que necesitaría un hogar medio– y con un coste de inversión de unos 6.000€, un hogar podría obtener un retorno de unos 4.000€ como diferencia de lo que le cuesta “su energía” con lo que le hubiera costado la de la red durante los 25 años de vida que se garantiza para este tipo de instalaciones.
Ya es una realidad que en las viviendas podamos generar toda la energía eléctrica que consumimos, e incluso más por supuesto, bajo un principio que ya no es utópico, que es el de la “autosuficiencia conectada” que implica necesariamente estar conectado a una red muy mallada e inteligente (usos optimizados recurriendo a las TICs) a la que se vierten los excedentes del día que es cuando produce la FV y que además son las horas de mayor consumo en la red y mayor precio en tarifa discriminada. Durante la noche se toma electricidad de la red en horas de menor consumo y menor precio. Esta es la clave para un sistema ineludible de futuro como es la generación distribuida basada en renovables.
Este sueño solo requiere algo muy simple para hacerse realidad: que se regule lo que se conoce como “autoconsumo con balance neto”, es decir que se cree el marco regulador para que se pueda realizar esta transacción de KWh entre los consumidores –a partir de ahora productores privados– y los distribuidores en red de la electricidad, normalmente generada por las grandes empresas agrupadas en UNESA, incluyendo en particular a Iberdrola y Endesa. Esta regulación se viene reclamando desde hace años, en particular por la Fundación Renovables, y ya fue prometida por el anterior Gobierno. En otros países como Alemania, Dinamarca, Portugal, Italia, Reino Unido, e incluso en Costa Rica, y muchos Estados de EEUU, el autoconsumo con balance neto ya está regulado, aunque de distintas maneras, y funcionando en general muy bien. Incluso en situaciones menos favorables, como es el caso de Alemania donde la producción de los paneles FV es casi la mitad que la de España. ¿Cómo es posible que en España no esté todavía regulado y en marcha?
Lamentablemente el Ministro de Industria, Energía y Turismo, a tenor de su intervención en el Congreso el pasado mes de octubre, parece más preocupado de salvaguardar el negocio de las eléctricas que hacer posible el autoconsumo con balance neto. En efecto, ahora el objetivo de UNESA no es otro que evitar que se regule y se haga posible el autoconsumo y balance neto. Saben las grandes eléctricas que si se regula adecuadamente se generalizaría en 10 años para todo el territorio español. Extrapolando los datos de Murcia, que con más de 20 millones de kW pico de potencia (no es una barbaridad puesto que Alemania tiene hoy más de 17 millones de kW FV en operación, la mitad en tejados de viviendas) se generarían hasta 30.000 millones de kWh que se sustraerían de la factura. Ese es el temor de UNESA.
Esta generalización del autoconsumo y balance neto, de la “autosuficiencia conectada” haría bueno el dicho de que “el sol sale para todos” y sería la piedra angular de un futuro que siempre pensamos que era y sigue siendo, mal que le pese a algunos, la oportunidad para España en términos económicos, de contar con un sistema energético, y en particular eléctrico, en un mix de energía final necesariamente cada vez mas electrificado, basado fundamentalmente en las renovables. Podríamos pensar en una ”España toda solar” que es la que nos interesa a todos los ciudadanos, aunque también a todas las empresas del sector renovable y a nuestra economía en general, y no en una “España toda un solar” que es lo que vuelve a amenazarnos a juzgar por los macroproyectos de parques temáticos, casinos, centros comerciales o urbanizaciones costeras “sostenibles”, para interés de los especuladores de siempre; lo mismo que sucede con la pretensión de parar el autoconsumo y el balance neto: interesa a UNESA, pero no al país.
Esta generalización del autoconsumo y balance neto es además una gran oportunidad en términos socioeconómicos para un sector señero y prometedor, ahora en horas bajas, ya que hablamos de un mercado nacional de 40.000/50.000M€ en 10 años, que generarían más de 50.000 empleos anuales durante esos diez años de construcción e instalación y mantendrían otros 50.000 puestos durante los siguientes 25 años de operación. Un sector que ya mostró en su día que en base a una expansión del mercado nacional puede posicionarse muy arriba internacionalmente. Y en estos tiempos de crisis, de pérdida de empleos, de importaciones de petróleo o gas innecesarias, en gran parte esto es vital. Sí, porque con esta generalización del autoconsumo se podrían ahorrar más de seis millones de TEP (Toneladas Equivalentes de Petróleo) en la generación eléctrica con combustibles fósiles y consecuentemente más de 3.000 M€ anuales en importaciones.
El autoconsumo ya es una realidad y el Gobierno tiene la obligación de regularlo adecuadamente en el BOE.