Coinciden varios de los columnistas de ER en señalar que este verano ha sido todo menos tranquilo. Entre eres, rescates, olas de calor, sequías e incendios hemos llegado, con el alma en vilo, a las puertas de eso que se ha dado en llamar “nuevo curso” y sin que el gobierno haya concluido sus deberes en un asunto de tan vital importancia como la reforma energética. Aunque si la opereta que han montado los ministros Montoro y Soria es la referencia, casi mejor que no aprueben nada.
¿Qué debería incluir esa reforma energética para aportar beneficios reales al conjunto de la sociedad española? No hace falta ser un genio para aventurar respuestas; además, referencias no faltan. Ahí están, por ejemplo, los modelos danés y alemán. En realidad, “solo” se trata de pararse a analizar por qué y en qué medida nos perjudica el modelo energético actual y tener la valentía de aprobar las medidas que permitan que la situación se invierta. Es decir, legislar para lograr convertir los impactos negativos en impactos positivos. Desde luego, trasladar a la práctica la teoría es complejo y lleva su tiempo, pero es responsabilidad y obligación de nuestros gobernantes hacerlo. Quizá así puedan empezar a liberarse de ese síndrome de Estocolmo que parece atarles a quienes vienen clamando desde hace meses (¿o años?) contra las renovables y gimiendo por su cuenta de resultados sin que hasta la fecha se haya aprobado nada que en realidad les perjudique.
Ahora bien, con o sin reforma energética el mundo se mueve. Hartos de que el gobierno haga exactamente lo opuesto a lo que necesitamos como país, se están poniendo en marcha distintas acciones encaminadas a lograr que la sociedad conozca, por otros cauces, la realidad de las renovables. Un ejemplo de ello es la celebración el día 8 de este mes de un acto público en Madrid, impulsado por multitud de organizaciones (el Movimiento 15M entre ellas), en solidaridad con Ángel Vadillo, el alcalde extremeño que lleva tres meses en huelga de hambre para reclamar las ayudas al sector de las renovables que el gobierno suspendió tras su primera “reforma” energética e impiden a su pueblo (Alburquerque) acabar con el paro que sufren el 40% de sus habitantes..
Además, aunque el gobierno pueda parar los grandes desarrollos, con los pequeños es posible que no ocurra así. Como apunta Ana Marco en su último blog en ER (www.energias-renovables.com), va a ser difícil impedir la proliferación de pequeñas instalaciones domésticas de producción para autoconsumo. Y lo va a ser porque, como dice Ana, “todos los argumentos y argucias disuasorias que se han ido utilizado chocan una y otra vez con la voluntad inamovible de las personas convencidas de que todos debemos colaborar para cambiar este modelo depredador que nos está devorando”.
Hasta el mes que viene.
Luis Merino
lmerino@energias-renovables.com
Pepa Mosquera
pmosquera@energias-renovables.com