Aún en fase experimental, el proyecto permite imaginar que aguas servidas y de las cloacas podrían ser recicladas y utilizadas para generar energía eléctrica. En realidad, según se informa desde la página web de la universidad, se trata del aprovechamiento de una cualidad que poseen ciertos microbios para producir electricidad, llamados exoelectrogénicos.
Este tipo de microbios viven en ambientes sin ventilación y han desarrollado la capacidad de reaccionar con los minerales de óxido, en vez de respirar oxígeno como lo hacen la mayoría de los seres vivientes, para convertir los nutrientes orgánicos en combustible biológico y producir así energía.
Durante los últimos doce años, varios grupos de investigación han intentado varias formas de utilizar estos microbios como biogeneradores, pero aprovechar esta energía de manera eficiente ha demostrado ser un desafío aún no resuelto del todo. De hecho la actual fase experimental aún no pasa de aparentar ser una simple y mínima prueba de laboratorio.
Básicamente, los microbios se agrupan alrededor del electrodo negativo del dispositivo de laboratorio y arrojan electrones, a su vez capturados por el electrodo positivo. "Lo llamamos la pesca de electrones", dice el ingeniero ambiental Craig Criddle, uno de los autores principales del estudio, publicado esta semana en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS, por sus siglas en inglés). "Se puede ver que los microbios hacen nanocables para volcar fuera su exceso de electrones", añade el científico.
De superar esta fase y alcanzarse cotas industriales, el uso de estas bacterias no sólo sería de interés para la generación de energía, sino que serviría en instalaciones de tratamiento de aguas servidas y para descomponer los contaminantes orgánicos de zonas de océanos y lagos, en especial donde el derrame de fertilizantes las ha empobrecido de oxígeno asfixiando la vida marina.