Los participantes en el proyecto científico, denominado Crystal Clear (Crystalline silicon photovoltaic: low-cost, highly efficient and reliable modules), han desarrollado tecnologías de fabricación vanguardistas capaces de reducir los costes de producción de los módulos solares en cerca de un euro por vatio de energía generado, según informa el portal Cordis de la Comisión Europea. También han reducido el material necesario para producir cada módulo, lo que mejora su perfil medioambiental.
Uno de los objetivos planteados por los investigadores fue garantizar que los procesos de fabricación generasen módulos personalizados. La importancia de este aspecto radica en la necesidad de que los módulos puedan adaptarse fácilmente a distintas situaciones y ubicaciones de modo que los fabricantes puedan cubrir los requisitos de cada cliente y aumenten la fiabilidad y la duración de los productos.
Nuevos sistemas de diseño y producción
El proyecto Crystal Clear se dividió en siete subproyectos: materias primas, obleas, métodos equivalentes a las obleas, tecnología de células, módulos, sostenibilidad medioambiental e integración. 'Materias primas' hace referencia al silicio con el que se fabrica la inmensa mayoría de las células solares que se instalan en el mundo, mientras que la investigación sobre 'obleas' se ocupó de la producción de los sustratos de silicio y su procesamiento en obleas mediante tecnologías de corte con cable de diamante y MWSS.
Tras evaluar métodos 'equivalentes a obleas', el equipo investigó y desarrolló células solares formadas por películas delgadas de silicio cristalino. Las tecnologías resultantes pueden producirse con un coste menor al de las obleas tradicionales. Los progresos en la tecnología de células dieron paso a sistemas de diseño y producción que reducen los costes de procesamiento en un 40%
El equipo procedió a continuación a modernizar el análisis del ciclo de vida (ACV) de la tecnología de producción de silicio cristalino y reducir el tiempo de retorno energético de sus módulos de demostración. El empleo de ACV sirvió para evaluar el impacto medioambiental relacionado con todas las fases de la vida del producto (de principio a fin) y contribuyó a evitar la adopción de una perspectiva limitada con respecto a los retos medioambientales implicados. Las reducciones se situaron en un 18% frente al silicio multicristalino y en un 25% en el caso de los módulos de silicio monocristalino.
Coordinado por el centro holandés Energieonderzoek Centrum Nederland (ECN), el proyecto ha contado con una financiación de 16 millones de euros aportados a través del Sexto Programa Marco (6PM) de la Unión Europea. En el han participado expertos científicos e industriales de Bélgica, Francia, Alemania, Noruega, Reino Unido y España (Universidad Politécnica de Madrid e Isofotón).