Anpier considera que "la obstinación del tándem Soria-Nadal por mantener el modelo energético sugerido por FAES (Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales) y por las empresas eléctricas que conforman el oligopolio -basado en el uso de tecnologías de generación del siglo XIX y XX- supone una rémora para la economía española que costará décadas superar y una oportunidad perdida de colocar a España a la vanguardia de las economías desarrolladas".
Y añade: "Mientras que las grandes potencias internacionales han transformado sus modelos de producción energética, potenciando las tecnologías de producción renovable, en España se mantiene un modelo basado en el combustible fósil, letal para el medio ambiente y la salud, y en generación nuclear, un riesgo sólo explicable desde la perspectiva del lucro pantagruélico de unas pocas empresas".
Un saco roto
Al margen de las consideraciones de salud pública y medioambiental, que –señala Anplier– "deberían ser las primeras a contemplar", la importación de combustibles fósiles devora un volumen superior al que ingresa el sector turístico. La asociación indica que si se toman datos de 2012, una año sin efectos anómalos extremos para ninguno de los dos ámbitos, nos encontramos que el volumen de gasto de viajeros que visitaron nuestro país se situó en los 43.419 millones de euros, mientras que en el mismo periodo se destinaron más de 60.000 millones de euros a la importación de energía. "Todo lo ingresado del exterior por nuestro sector estrella, el Turismo, retorna, como si de un saco roto se tratara, allende de nuestras fronteras", puntualiza.
"La balanza comercial española es estructuralmente deficitaria a causa de nuestra ya inexplicable dependencia energética. Si uno de los principales activos de la economía española, el Sol, se utilizará también para la generación intensiva de energía, a los ingresos del sector turístico no habría que restarle un montante muy superior para importar una energía que se podría producir en territorio español, generando, además, empleo y riqueza".
En Europa, tras Alemania, Italia y Gran Bretaña, Francia acaba de aprobar una Ley de Transición Energética para cambiar drásticamente su modelo energético, promoviendo las fuentes renovables, el transporte limpio y la edificación sostenible, sobre la premisa de que, además de las bondades medio ambientales perseguidas, generarán un nuevo mercado tecnológico con más empleo y mayor competitividad.