A las 11 de la mañana Energías Renovables contactaba con Ángel Vadillo. El alcalde de Alburquerque transitaba en ese momento por Talavera, un municipio a 14 kilómetros de Badajoz. El miércoles espera llegar a Mérida, luego pasará por Cáceres, Plasencia, Navalmora de la Mata…, para acabar en Madrid, frente al Ministerio de Industria, pasada la Semana Santa. No antes, no vayan a confundirle con algún nazareno y al final su “procesión” acabe en nada.
Su compromiso son 25 ó 30 kilómetros diarios para decir NO, con mayúsculas, a la moratoria a las renovables. Una decisión “descabellada” para Extremadura del ministro Soria, asegura, que acabará con “el único sector estratégico que nos queda”. Un sector explica Ángel Vadillo con el que se contaba para crear empleo y que ahora, tras la decisión del gobierno, no solo no creará sino que se destruirá trabajo. “Hay muchas empresas auxiliares que estaban intentando sobrevivir en base a las renovables y que van a ir cerrando”, explica el alcalde que cuantifica la pérdida en Extremadura de 5.000 empleos directos y 10.000 indirectos.
Alburquerque a la ruina
La moratoria renovable es una bofetada en plena cara al presupuesto y al futuro de Alburquerque. En ese municipio están proyectadas 5 plantas termosolares de 50 MW cada una. Todos los proyectos tienen la autorización administrativa, las licencias de obras y estaban pendientes de la pre-asignación en el registro del Ministerio de Industria.
Laboralmente se estimaba la creación de entre 300 y 400 puestos de trabajo durante la ejecución de la obra y 50 fijos por planta para su operación durante el tiempo de vida de la instalación. La inversión prevista era de 1.000 millones de euros. “Estamos hablando de dar la vida al pueblo y a la comarca hasta el año 2020”, asegura Ángel Vadillo, “de convertirnos en lo contrario que somos ahora, una comarca deprimida”.
Si no se construyen las plantas termosolares el ayuntamiento de Alburquerque perderá 39 millones de euros en concepto de impuestos. Además, estaba previsto que las plantas se construyeran en terrenos municipales que fueron sacados a concurso público y por cuyo alquiler el municipio tendría que recibir 2 millones de euros anuales. Sin esos ingresos, asegura el alcalde, “nos ponemos en una situación muy complicada para mantener los servicios que presta el ayuntamiento y no podremos generar inversión. Somos la comarca más afectada de Extremadura”.
“La agricultura y la ganadería están hechas polvo. En Alburquerque se están despidiendo diariamente entre 10 y 12 trabajadores que llevan en el campo hasta hace 30 años. Y la única empresa que se mantenía en el entorno de la comarca es una de pizarras que ha hecho un ERE para despedir esta semana a los 80 trabajadores que le quedaban. Estamos en una situación tremenda y cuando tienes unos proyectos que te pueden sacar del atolladero hay que luchar por ellos”. Estos son los hechos que motivan la caminata, dice el alcalde.
La ley permite una excepción con Extremadura
Cuando el Ministro Soria ha dicho al presidente de la Junta, José Antonio Monago, que no puede hacer una excepción con Extremadura no ha dicho la verdad, afirma Ángel Vadillo, porque “Extremadura es la única comunidad de España que es Objetivo 1 de la Comunidad Económica Europea. Objetivo 1 quiere decir que es una región deprimida y por tanto de especial interés para la inversión en proyectos de industrialización regionales. Ahí tiene el ministro suficiente legislación para hacer una excepción en materias de renovables, que es el único sector estratégico que le queda a Extremadura”.
La todopoderosa UNESA
Ángel Vadillo está convencido de que lo que está sucediendo estaba planeado antes incluso de la llegada de Soria al Ministerio de Industria. “No puede ser”, argumenta, “que en dos meses se decida sin dialogar con nadie del sector la moratoria de las renovables, se apruebe a una velocidad tremenda el cementerio nuclear, se hable (que ya estará decidido) de aumentar la vida de las nucleares. Está claro que los intereses de UNESA están prevaleciendo. Los grandes monopolios se están imponiendo y todo tiende a que las renovables no existan”.
Lo triste en su opinión es que somos “más los que nos interesa la socialización de la energía, pero estamos dormidos. Iberdrola y Endesa fueron públicas, se valieron de las infraestructuras públicas. Ahora están repartiendo dividendos y tienen a expresidentes del gobierno que mantienen su sueldo como presidentes y ganan otros 200.000 ó 300.000 euros. Y se permiten hablar del déficit de la electricidad o de subir el recibo de la luz. Nos estamos tragando todo eso como si no hubiera otro remedio”. Por eso Ángel, el alcalde de Alburquerque, está en la carretera.